Nancy condesa de
Chinchón atraviesa un momento difícil. Necesita realizar unas obras de
mantenimiento en su palacio (el desván presenta goteras y le han recomendado
cambiar toda la cubierta), pero no tiene liquidez suficiente para afrontar
dicha obra, al haberse visto afectados sus viñedos por una rara enfermedad
extranjera que ha reducido sus ingresos por la venta de la cosecha anual. Los
problemas de los ricos, ya me entendéis.
Ni corta ni perezosa, la
condesa ha decidido tomar cartas en el asunto para impedir el deterioro de su
palacio. Para ello, ha pensado en echar mano a su patrimonio y vender parte de
sus campos de almendros. ¡Quien tiene patrimonio, tiene posibilidades!
Para ello, se ha
desplazado para verificar in situ el buen estado de las fincas y la corrección
de la tasación que ha contratado. Nada mejor que saber con certeza los puntos
fuertes y débiles de los terrenos para afrontar una negociación de compraventa.
Será una carta a mi
favor, piensa para sí, muchas flores significan cosecha abundante de almendras.
Me ayudará a conseguir un mejor precio por mis terrenos.
Una vez vistas las fincas, se dirige a los
aposentos del vizconde del castillo de Almansa. Subiendo la larga escalinata
hacia el castillo, piensa en la necesidad de que la operación salga adelante.
Una vez en el castillo, espera a ser recibida
por el vizconde, que no sabía de su visita. Le da cierta rabia depender de las
decisiones del vizconde, noble de título inferior al suyo. Pero poderoso
caballero es don dinero, y el dinero es dinero, venga de donde venga.
La reunión con el
vizconde ha ido bien, el vizcondado atraviesa un buen momento económico y estaba
deseando ampliar sus dominios para crear un latifundio que permitiera
maquinizar el cultivo. Por ello, han llegado a un buen trato. La condesa sale
del castillo aliviada. Con el compromiso vizconde ya puede mirar al futuro con
más confianza.
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